Mala muerte 50 !Me llamo Rossy!

Salte al vacío, sentí la cálida caricia de la brisa estival, rozar mis mejillas, sentí, el peso de toda una ciudad a mi espalda. Muchos metros más abajo, mi destino comenzaba. Mi hermano me miró con desdén.


Corrí hacia delante. No podía permitir que se acercase más. Si iba a pasar, lo que yo me temía, era mejor estar lejos de la muralla.


— Veo que tus amos han soltado tu collar — escupió mi hermano —, eres tan idiota que no te hacen falta los barrotes que a mí me retenían. Siempre fuiste débil. Apártate.


— No — grité con fuerza —, detente ahí. No voy a permitirte cometer esta locura.


— Veo que te importa una mierda las cosas que esos bastardos me han hecho. Qué te da igual, lo que te hicieron a ti. Pero yo voy a compensar la balanza, hermanita. Todos van a morir.


En el cielo, las nubes comenzaron a arremolinarse sobre nuestras cabezas. Mi hermano no iba de broma, usaría su poder. Yo no quería hacerle ningún daño, él me había cuidado durante mucho tiempo. Él era mi todo y mi nada. Todo esto, había sido por ayudarlo y él, pero no era capaz de verlo.


— No me obligues, a hacerte daño, hermano, escúchame. Esta gente es buena. Ellos me liberaron de las garras del Duque, él es el culpable, no sé cómo te ha engañado, pero abre los ojos.


— ¿Qué abra los ojos?, apártate, y no digas tonterías. Sabes muy bien quién es el Alfa de los dos. No me obligues a dañarte, esto lo hago por ti.


— ¡No!


Bajo mis pies los adoquines comenzaron a temblar. Las pequeñas piedras que engarzaban las reparaciones llevadas a cabo durante siglos comenzaron a juntarse en torno a mis pies.


— Te has hecho más fuerte — escupió mi hermano—, no tiene por qué ser así, hermana. Déjame hacer lo que siempre hice, defenderte de todos y sobre todo de ti misma.


— Es hora de que eso cambie. Han pasado muchas cosas, te lo suplico, no me obligues a pelear contigo.


— Tú eres la que me obligas, todas esas imágenes que me mandaste. Falacias de los humanos, jamás te han querido, estúpida, solo yo te quiero. Siempre lo has sabido.


— Y yo siempre te he querido y te quiero. ¡Pero ellos son mi familia!


— Niña tonta…, tu familia soy yo.


En el cielo las nubes comenzaron a oscurecerse, a girar en un vórtice de electricidad y caos. Sentí su poder. Grité, acumulando más Fuerza. Mis pies se levantaron del suelo, y los de mi hermano, me siguieron. Las fuerzas oscuras comenzaban a rodear su cuerpo, descendiendo desde el caos sobre nuestras cabezas.


Yo cerré los ojos. Sabía que podía luchar contra esa oscuridad que durante tantos años había reinado en mi interior. Invoque la luz, que baño mi cuerpo, sentía el poder bailar por mi interior. Jugar, descubrir y acariciar mi alma, sentí la oscuridad de mi hermano y abrí los ojos. De mí, salió una amplia luz que detuvo los zarcillos de oscuridad que mi hermano había lanzado hacia la muralla. Sentí como la luz golpeaba con fuerza esa oscuridad. Mi corazón sintió una fuerte punzada. El esfuerzo, por mantener ese muro de luz, me estaba agotando. Pero debía aguantar. Tenía que luchar por la vida. Por Paúl, por Gato Negro, por Hardan. Y después, ¿qué?. La Soledad. Abandonar mi familia para luchar en una tierra que no conozco. Acaso me vendría todo esto grande.


— No luches hermana — escuché en mi mente —, te sacaré ese veneno de dentro. ¿Qué te han hecho?.


— Está soy yo. Hermano. No me obligues, por favor.


— Eres tú quien me está obligando a mí.


— ¡No! — Rugí.


Mi hermano salió disparado hacia atrás. Como si un ariete lo hubiese golpeado y lanzado, a decenas de metros hacia atrás. Gritó de dolor. Un dolor que se clavó en mi corazón.


Tardó unos segundos en levantarse. Perdí la concentración. ¿Qué pasaría después?, Si conseguía detener a mi hermano, ¿perdería su amor? Si no lo detenía, ¿Qué pasaría, si no lo detenía?.


Mi hermano escupió hacia un lado. Sus ropajes estaban rasgados por el impacto. Sus heridas comenzaron a sanar.


— ¿Cómo has podido?— masticó —, yo que siempre te he cuidado. Yo, que he pasado hambre para que tú no lo hicieras. Yo, que soy el único que te ha querido nunca… me has defraudado. Hermanita.


— ¡Me llamo Rossy! — el rostro de mi hermano mudo. De defraudado a iracundo.


— ¿Tanto te han cambiado? Hermana, son hormigas bajo nuestros pies. Son débiles. Violentos. No quería tener que recurrir a esto. Pero… debo liberarte aunque, tú, no quieras.


Mi hermano se lanzó hacia delante. Sus manos se habían convertido en garras. Yo invoqué las mías. Ya no era esa niña débil. Podía combatir. Detuve sus ataques mientras me obligaba a luchar andando hacia atrás. Era rápido. Pero estos meses practicando con Gato Negro, habían amplificado mis reflejos. Notaba como su crispación crecía. ¿Por qué tenía que luchar contra él?, ¿Por qué la vida nos hacía esto?. Baje la guardia. Me golpeó y me lanzó, dando vueltas por el aire, hasta caer unos metros más atrás.


Sentí la sangre en mi boca. Estaba mareada. Miré hacia mi hermano. Estaba furioso. Me miraba… dolido por tener que golpearme…


Hermano… pensé.


Él, se giró y se dirigió hacia la muralla. Lo vi alzarse. Convocar la oscuridad, golpear la muralla, la cual temblaba. Las primeras pequeñas grietas no tardaron en salir, desquebrajando las enormes piedras que la formaban.


No podía permitirlo. Dentro estaba mi familia, estaba Macmu y mi pueblo.


— ¡No! — grité


Pero sentía dolor, mucho dolor. Debía de haberme roto las piernas. El dolor me atenazo. Estire mi mano,, pero el dolor me impedía canalizar mi magia. Escuche un ruido. Algo familiar en medio de aquel caos de oscuridad. Gato Negro me lamió la cara.


— ¿Qué haces aquí?


Miré hacia abajo, el pequeño cuerpo de un pajarito yacía junto a mi mano, Gato Negro maulló, con su patita, empujó el cadáver hacia mí. Y entonces todo volvió a su sitio. Mientras masticaba aquella ofrenda, recordé a Logan. Con su hospitalidad, con la acogida altruista que había hecho con una niña complicada. De Cloti y sus pasteles. Acaricie a Gato Negro y con un pequeño empujoncito, lo inste a desaparecer de allí. Sentía la sangre caer mi barbilla.


Me levanté lentamente. La muralla no aguantaría mucho más. Entonces recordé a Sebastián, sus consejos, su comportamiento con Paúl… Paúl, su cariño, alcé mis manos. Recordé al Juez, al General, Luciana. Sentí la ira recorrer mi cuerpo. Sussi y su dolorosa muerte. Sentí a Macmu y mi pueblo, su amor, el cariño.


— ¡No! — con un rápido movimiento de mi mano, la luz atenazo a mi hermano y lo lazo hacia atrás. Dándole un golpe duro — No sigas — le ordené en su mente.


— Yo soy el que da las órdenes. Sabes las normas.


— Las normas han cambiado.


Mi luz revivió en mí. El poder del cosmos me envolvió. Alzándome. Irrigando cada parte de mi cuerpo. Sentía el poder absoluto.


— Tendrás que matarme.


— No me obligues, hay otra vida. Hermano, yo, puedo darte una vida mejor.


— Maldita estúpida, siempre fuiste la rara. La débil. Un lastre.


Mi poder aumentó y baño el cuerpo de mi hermano. Él, se revolvía como si fuese fuego. Lo sentí en mis carnes. Esa luz lo estaba matando. Yo, lo estaba matando. Un fuerte sonido metálico me saco de mi concentración. Aun así, aquella luz seguía oprimiendo a mi hermano. Sentía que no aguantaría mucho más. Yo, acabaría con su vida. Yo, sería el monstruo una vez más.


Miré a mi espalda, con los ojos llenos de lágrimas, a la carrera, vi venir a Paúl, y tras él, a Macmu y su pueblo.


— No estás sola Rossy — dijo Paúl agarrándome por el hombro.


— No quiero matarlo.


— No lo hagas Rossy. No lo mates — Rogó Macmu— tú eres luz, compasión.


— Necesito que me ayudéis — les supliqué y Macmu asintió agarrando mi otro hombro.


Sentí su calor, su amor y un segundo después, el poder de todo su pueblo inundó mi ser. La luz se multiplicó. Mi hermano estaba sufriendo. Lloré.


Si mantenía esa presión no duraría muchos segundos más, tanto dolor. Tanta rabia. Todos esos sentimientos le oprimían el pecho al ser bañado de luz. Toda su oscuridad pugnaba por sobrevivir.


— Me vas a matar — balbuceo, vi sus ojos llorosos.


Recordé tantos años de compañía, de cariño, de amor. Esas palabras que me había lanzado no salía de su boca, sino de su rabia. De su oscuridad. De nuestra naturaleza. Él no tenía culpa de nada. Pero jamás se marcharía de allí. Mi corazón se quebró. Si lo dejaba vivo morirían todos, si lo mataba a él, morirá yo. Jamás saldría de ese agujero. No podía ser el Monstruo que todos vaticinaban. Sentí una extraña sensación en mi pecho.


Sentí como Paúl y Macmu me soltaban. Me había alzado a muchos metros de altura. El poder me quemaba en el interior. La Luz crecía en mí. Pero no luchando contra mi oscuridad. Abrir los ojos. Mi luz, estaba contenida entre zarcillos de oscuridad. Ya no era luz, ni oscuridad, era la suma de ambos poderes. La tierra tembló bajo mí. Paúl y Macmu, corrieron hacia la ciudad. Si no detenía aquella sensación, acabaría con todo. Y aunque sentía que controlaba ese poder. Creo que el planeta. No estaba preparado para soportarlo.


Una grieta se abrió, separando el suelo, desde mi sombra, proyectadaen el suelo, hasta mi hermano. Qué, sin posibilidad de huir, fue engullido por la grieta. Emitió un sonoro grito de dolor. Miré dentro de esa grieta. Lo que vi me sorprendió.


Era la primera vez que abría un portal siendo consciente. Siempre había sido en momento de necesidad y miedo. Como la vez que acabamos en este plano. Mi hermano había traspasado el umbral. Automáticamente, su cuerpo se regeneró. Sentí que su dolor desaparecía.


— Adiós hermano. Volveré a verte. Pero ahora necesito que te marches.


— Eres una traidora.


— Pero no una asesina


Lance el poder hacia el cielo, ambas energías se centraron en la vorágine de nubes oscuras. Y tras una sonora explosión, luz y oscuridad, el cielo quedó absolutamente limpio y la grieta se selló.


Sentí una fuerte liberación. Y como el suelo se acercaba a toda velocidad. Caí de bruces. La oscuridad se instaló en mi mente. Sentí la lengua de Gato Negro en mi mejilla. Sentí que estaba en casa. Mi cerebro me obligó a dormir.

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