Mala muerte: Capítulo 32 ¿Héroe?


Habíamos dormido durante todo el día, Logan había desaparecido cuando yo me desperté. Sobre una silla había ropa limpia. Era rompa humilde, pero cómoda, estaba deseando ver a Logan de estos guisos, el que siempre iba como punto en blanco. El recuerdo de todo lo sucedido, me asaltó de golpe. Había mucho que asimilar. Y Logan debía de tener un humor de perros.

El Palacete parecía partido en dos edificios diferente. En el que nos movíamos nosotros estaba totalmente aislado del principal, en otro tiempo, debían de ser las estancias del servicio. La pequeña cocina estaba llena de caras arcadas y silenciosas. Me senté junto a Rossy y su gato.La niña repartía su escueta cena con su amigo. Que comía delicadamente de entre sus dedos. El gato me miró y maulló.

— Parece que le gustas — dijo Rossy sin mirarme.

— Es un gato muy bonito — dije rascándole entre las orejas.

— Ves. También quiere ser amigo tuyo.— ¿Y tú, cómo estás?, ¿Estás más tranquila? — Rossy levantó sus hombros — ¿Quieres que demos un paseo?

— Vale — el gato pareció entenderme y comenzó a estirarse.Ya era de noche, los trabajadores estarían ya durmiendo o a punto de ello. 

Nadie los vería si se alejaban los suficientes.En silencio y cogidos de la mano salieron y se introdujeron en un pequeño bosque. En el centro había una charca, a su alrededor había unas cuantas rocas, alguien las había llevado hasta allí, ya que estaban colocadas de manera poco natural. Las lunas se reflejaban en el agua, rielando en las hondas que creaban las ranas al saltar desde el borde. Nos sentamos en las piedras y Gato Negro comenzó a juguetear alrededor de la charca buscando más ranas o insectos.

Sabía que Logan estaba buscando información sobre Rossy, que había visitado la biblioteca y a un ilustre. ¿Pero no sería mejor recibir la información de primera mano?, Rossy era una niña fuerte. Hablar de eso no podía hacerle tanto daño como Logan suponía.

— Rossy, ¿Cómo es tu hogar?

— ¿Mi hogar?, Yo nunca he tenido algo así, hasta ahora.

— ¿No tenías una casa donde vivías con tu hermano? — ella me miró, parecía medir hasta donde podía decirme — Rossy, no tengas miedo de decirnos la verdad. Me has salvado la vida. Eres como una hermanita pequeña para mi. Estás a salvo.

— Es que…— Vamos Rossy, dime algo, tengo curiosidad. Quiero saber cómo era tu vida antes de toda esta locura.

— Está bien… — levantó su dedo y señaló a las dos lunas que en esta estación parecían pegadas la una a la otra — la Grande, es Maje, mi padre.

— ¿Tu padre? — ella asintió.

— Y la pequeña es Alune, mi madre, ahora, cuando están tan juntas, es cuando su amor nos crea. 

— Entonces, ¿toda tu especie sois hermanos?

— Si, pero siempre nos alejamos unos de otros de dos en dos. Un chico y una chica. Mi mundo es muy… peligroso. Hay todo tipo de seres, ellos también son hijos de mis padres. No sé cómo funciona en realidad, pero en mi mundo todos los sangre de luna desciende de ellos.

— ¿entonces hay más seres que no pertenecen a las lunas?

— Sí, son sangre de carne, y son nuestros hijos. Son más débiles, viven menos años y… suelen morir fácilmente.

— ¿Por qué?

— En mi mundo solo sobreviven los más fuertes. Siempre estás luchado o huyendo. Es vivir o morir. Pero yo soy…

— ¿Eres que?

— Nada.

— ¿Por qué no me lo dices? — No pretendía presionarla, pero estaba revelando mucha información.

— Porque tampoco soy normal allí.

Se levantó y salió corriendo mientras lloraba. Gato Negro me miró cuando me levante, se plantó en medio y bufo enseñándome sus garras, se giró y salió a toda velocidad tras su amiga.

— Déjala ir — la voz sonaba tras de mí. De las sombras salió Logan. Estaba espantoso. Olía a alcohol de lo lindo y sus pasos no parecían muy firmes.

— ¿De dónde coño sales tú?

— De… — se giró tambaleándose y señaló a los arbustos— ahí.

Su ropa estaba meada y vomitada, su barba despeinada y su pelo…

— ¿Qué coño llevas en el pelo?

— Bueno, tropecé — se volvió a girar precariamente — allí, y creo que caí en algo muy calentito. Pero olía a mierda.

— Ostia puta si llevas boñigas en el pelo. Pero Logan, ¿Qué coño te pasa?

— ¿A… mi?— dijo volviendo a mirarme, si es que me veía— Nada, solo he perdido mi vida, mi mansión y mi… era algo más, pero puedes creerte que no lo recuerde.

Lo agarra de la pechera, estaba mojada y caliente. Estaba tan borracho que no pudo ni responder a mi ataque. Lo lleve a rastras hasta la charca y lo lance al interior.

— ¿Y tú eres el héroe?

Escuchaba como chapoteaba, mientras me alejaba. De vuelta al palacete me crucé con Sebastián. Estaba muy preocupado por Logan, por si había cometido la locura de volver. No le gustó cuando le dije donde lo había dejado y se marchó hacia allá maldiciendo.

Su hermana estaba sentada bajo una Parra, miraba las estrellas y observaba todos nuestros movimientos. Me acerqué a ella, me miró con escrutandome.

— ¿Puedo? — dije sentándome a su lado.

— Ya veremos — tenía la misma simpatía que su hermano no cabía duda.

— ¿Sabe cuánto tiempo pasaremos aquí? — su mirada paso de mi al cielo estrellado.

— Hace una noche preciosa, ¿no creé?, señor Paúl.

— Como cualquier otra, pero no ha respondido a mi pregunta.

— No recordaba las prisas de los jóvenes. Vamos a ver señor Paúl, no me acontece a mi revelar esa información, pero si es usted listo lo imaginará sin mi ayuda. Lo que si puedo decirle es que será un tiempo bastante largo. Ahora todo el mundo cree que están muertos. Así que tendremos que hacer que esa idea se asiente firmemente en las mentes de los ciudadanos de Hardan.

— Tengo que pedirle un favor — la mujer me miró con rostro renovado.

— ¿Y qué puedo ofrecerle, yo, señor Paúl?

— Quiero trabajar. Si me quedo quieto… seré problemático, no puedo evitarlo.

— Lo imagino, señor Paúl, lo lleva escrito en su cara. ¿Qué sabe hacer?

— Soy bueno con la madera — la mujer asintió. 

— Está bien señor Paúl, mañana por la mañana empieza su jornada, pero no espere cobrar ni un céntimo. Y ahora, disfruta del cielo, es de las pocas cosas buenas que aún son gratis.

Sí que era cierto que la noche estaba preciosa. Allí, en medio del campo, el cielo era limpió y brillante. Hacía muchos años que no veía nada igual, cuando las fábricas aún no habían envenenado el cielo y los canales. Un tiempo en el que él, disfrutaba de las estrellas junto a su tío.

Lo siento tío, esto va a ser un duro golpe para ti, pero seguro que es lo mejor. Sé fuerte.

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