Mala muerte: Capítulo 46 Prométemelo

Ciudad Central estaba bajo la ley marcial. El confinamiento total durante la noche nos puso muy complicado llegar hasta la casa de mi contacto. Leonard era un colega de juventud, con habilidad y notoriedad en los bajos fondos. Había armado a mi ejército y hacía una semana que esperaba mi llegada. Sus habitaciones y baños calientes, ropa limpia y una buena cena en su compañía, nos abrazaron al llegar; aunque como buen amigo, me puso varias veces en evidencia recordando a aquel chico mal criado de antaño.


Esa noche dormimos plácidamente. El silencio era abrumador. Jamás hubiese imaginado que aquella mole arquitectónica pudiese parar durante doce horas al día. Pero con el despertar, en el apartamento de mi amigo, Sussi y yo disfrutamos de un desayuno viendo gran parte de la ciudad desde el ático. Él seguramente se había marchado a alguna segunda vivienda, o tampoco me extrañaría que estuviese alojado en cualquier suite de la ciudad.


Aunque todo era idílico, había un vacío no reconocido por ninguno de los dos, esas horas previas y llenas de incertidumbre antes de hacer un trabajo. Y más si tu víctima era el hombre más poderoso y mejor vigilado del país.


Aprovechando los tumultos del día, en la ciudad. Observamos el edificio donde se escondía esa rata. La casa presidencial. De arquitectura antigua y un tamaño colosal, se emplazabaen el centro de un florido jardín. Una alta valla de acero forjado haciendo filigranas bordeaba toda la villa.


La seguridad era férrea. Grupos de cuatro hombres vigilantes, sin detenerse ni un momento, haciendo rondas de vigilancia. Seguramente habría tiradores en los tejados apostados. Hombres con perros y eso sin contar los hombres que estarían en el edificio protegiendo los accesos. Aquello era un verdadero fortín. Y encima, estaban en alerta por si a mí, se me ocurría acudir.


— Logan, ni actuando juntos podremos acercarnos a ese cabrón — me dijo Sussi al ver que yo seguía planteándomelo.


— Lo sé, pero es que hay demasiado en juego.


— Pero si morimos, antes que ese bastardo, habremos fallado a todos.


Por eso me gustaba tanto, era más lista que yo, menos impulsiva. En algún momento el Duque tendría que salir y cuando estuviese expuesto, acabaríamos el trabajo. Estudiamos sus visitas, sus salidas y entradas, era metódico, cambiaba cada lugar o trayecto cada vez que se movía. Parecía imposible anticiparse para dar el golpe. Incluso había llegado a ver un vehículo propulsadocomo señuelo. Pero eso no era malo del todo. Todo eso demostraba que estaba aterrado. Qué me tenía verdadero miedo.


La cuarta mañana me encontraba sentado en una pequeña mesa en el amplio balcón del ático, estaba leyendo los diarios, pensé que era absurdo, sobre todo, ahora que sabía la manipulación que el Duque estaba llevando a cabo y que prácticamente, cada noticia buena o mala, lo encumbraba como el nuevo Salvador del país. Un país que sin duda no lo quería en el poder. Mi taza de té humeaba aromática.


Sussi se encontraba en el lecho, tan solo cubierta con pequeños tramos de una sábana arrugada. Me miraba sopesando que pasaba por mi cabeza. Yo me encendí un cigarrillo y la observé deleitándome en su belleza.


— Sabes que esa mierda te matara, ¿Verdad? — dijo sonriendo.


— Estoy dejándolo. Y más ahora que sé dé dónde procede. Pero… bueno, no es tan fácil.


— Tienes que prometerme algo, Logan.


— Claro, dime.


— Si las cosas se tuercen, si todo sale mal, no mires atrás.


— Sussi no digas tonterías — ella me cortó con la mirada.


— Una vez estemos ahí fuera. Quiero que te centres en lo más importante. Qué es…


— Matar a ese bastardo — terminé su frase.


— No, Logan. Sobrevivir es lo más importante. Volver a casa. Luchar codo con codo con tus amigos. Ellos te necesitan, ¿sabes?


— No te preocupes. Todo va a salir bien.


— Pero si no es así... Prométemelo, Logan,prométeme que si todo se tuerce no harás ninguna gilipollez, prométeme que si yo…


— Sussi todo va a salir bien — le dije acercándome al lecho y acariciando su muslo.


— Cállate. Seamos racionales. Uno de los dos puede que no vuelva a Hardan. Si yo muero, te marcharás.


— Nunca, jamás te dejaría.


— ¡Logan escúchame!, Si yo muero volverás con tus amigos. No te digo que te rindas. Por qué sé eso no está en tu carácter. Pero prométeme que huiras.


¿Cómo iba a abandonarla allí?, ¿Qué clase de hombre sería?.


Sussi se incorporó y acarició mi mejilla. Me perdí en sus ojos, en sus labios. Su pierna me atenazo, con que habilidad aquella mujer conseguía hacerme perder el rumbo, como era capaz de hacerme olvidar todo aquel infierno. En ese momento, decidí que estaba locamente enamorado de ella.


Sentía como mi cuerpo se relajaba junto al suyo. Era agradable su calor, su aroma. Me sentía…


Mierda, ¿Qué coño me pasa?


La oscuridad me abrazó. Sentí como mis músculos perdían su fuerza, como mi mente comenzaba a ir más lenta. Me costaba pensar, por no decir ya, emitir un sonido con mis labios.


— Prométeme que si yo muero, volverás con tus amigos, ellos son tu familia, ahora duerme, amor mío. Duerme mientras yo mato a ese bastardo. Tú eres demasiado valioso. Prométemelo…


Mi mente se desconectó y sentí como caía en un profundo sueño mientras yo intentaba nadar a la superficie de mi consciencia. Sussi había usado uno de mis narcóticos. Grité en mi interior, la maldije. Me maldije.


Mi mente me transportó a recuerdos dolorosos. La muerte de mi padre, la muerte de mi maestro. Sus rostros me seguían entre aquel bosque lúgubre y lleno de sufrimiento. Sentía como me perdía en las más oscuras sombras de mi pasado. Corría por aquel bosque imaginario encontrando una salida. Necesitaba volver. Ayudar a Sussi. ¿Cómo había sido tan estúpida?, ¿Por qué me hacía eso?. Vi un resplandor, debía estar a unos cuantos metros de árbol al que yo me sujetaba mientras maldecía.


Esa luz me atraía, ¿Sería la salida?, Corrí, pero parecía como si no avanzase ni un metro. Grité, luche, lloré. Y cuando todo parecía perdido. Esa luz me reclamo, arrastrándome por aquel bosque. Sentí miedo. Pavor.


La luz era tan fuerte que me dolían los ojos. Y poco a poco comenzó a remitir. De ella, para mi sorpresa, apareció una imagen de Rossy, me miraba directamente a los ojos.


— ¿Eres tú?, Rossy dime qué eres tú.


— Soy yo — dijo acercándome—, no sé qué hago aquí, pero sé que debo hacer, ahora lo sé. Logan… Despierta.


Me desperté en el lecho, sudado, dolorido. No sé si aquella Rossy era real. Pero desde luego me había devuelto a la consciencia. Las catanas de Sussi estaban sobre la cama, envueltas. Pero ella, no estaba en ninguna parte.


¿Qué has hecho?...


Abandone toda cordura, me enfunde mi traje de faena, salí a las azoteas de aquella ciudad. No era como moverse por Hardan y sus techos a dos aguas. Allí debía ascender, trepar de edificio en edificio y cada cual era más alto que el anterior. Saltando de uno a otro sin pensar en que podía suceder si fallaba.


Me encontraba delante de la casa presidencial, observando desde donde llevamos días espiando. Los hombres del patio estaban todos muertos, los perros ladraban hacia el interior del edificio. Fui a saltar. A cruzar aquel jardín jugándome un disparo desde las alturas.


La puerta del edificio se abrieron y entonces mi mundo se desmoronó. La habían apresado. Un niño caminaba junto a ese bastardo que parecía buscarme con la mirada. Se detuvieron en el centro del jardín, mis ojos se cruzaron con los de Sussi, su rostro estaba dolorido, llenado de sangre, en sus labios leí una palabra.


Huye.


El niño comenzó a transformarse como solía hacerlo Rossy antes de controlar su poder. Sussicomenzó a levitar.


— ¡Sé que estás ahí, escondido como una rata! — grito el Duque.


Intenté saltar del edificio. Pero los labios de Sussi volvieron a moverse.


Me lo prometiste.


Me quedé paralizado. El corazón latía en mi pecho. Ella comenzó a gritar. Sus brazos se retorcieron, sus piernas, su rostro de porcelana comenzó a desquebrajarse, sus alaridos eran horrendos y antes de por actuar. Sussi había muerto y su cuerpo había quedado irreconocible.


Huye, escuche en mi mente. Pero esta vez. Era Rossy quien me lo suplicaba. Mientras el Duque reía a carcajadas.


— Esto es lo que pasa cuando, en vez de hacer tus las cosas, mandas a putitas — escupió el Duque.


— Logan, yo te necesito — escuché a Rossy dentro de mi cabeza— no me falles, te lo suplico.

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