Durante dos días y sus dos noches me hundí en un dolor atenazador. Había visto lo sucedido. Había sentido lo que mi hermano le había hecho a Sussi desde los ojos de Logan, desde su corazón. Como su alma se oscurecía. Como su alma se desgarraba en mil girones. Nunca volvería a ser el mismo. Ya no.
Conseguí que no se suicidara lanzándose a un ataque sin ninguna posibilidad contra mi hermano. Lo hubiese destrozado, como a la buena de Sussi. O por lo menos, físicamente, ya que su mente había bajado a lo más hondo de los abismos de su psique. Entendía su deseo de matar a mi hermano. Ese dolor que le había generado era demoledor,tantos años solo… y ahora qué había encontrado la felicidad. Se la habían arrebatado brutalmente. Como todo en los últimos tiempos.
A su vez, también había presenciado todo lo que mi hermano había sentido. Y por qué lo había hecho. Lo había hecho por mí. En resumidas cuentas. Todo era mi culpa. Siempre era mi culpa. Como podría mirar a partir de ahora a Logan a los ojos, eralo más parecido a un padre que jamás había tenido. Y aunque, Paúl, intentaba quitarme eso de la cabeza. Yo sabía muy bien cuál era mi papel en esta historia. Deseé no haber nacido nunca. No haber existido. Soy… solo muerte.
Intenté detener a mi hermano. Hable con él. Pero ese hijo de puta del Duque había hecho un gran trabajo. Lo tenía dominado. Le había hecho creer que la engañada era yo. Qué mis amigos estaban manipulándome. Qué solo él, podía salvarme. Había visto su corazón. Oscurecido por tanto dolor, tanto sufrimiento y desde que le expliqué, que era él, elque estaba manipulado. Había cerrado su mente para mí. Por el bien de los dos. O eso decía.
Mi hermano siempre había sido muy impulsivo. Como todos los machos de mi especie. Pero él, había tenido que lidiar con la carga de que yo fuese su hermana. La rara. La profética. La especial. Pero no permitiría que hiciese aquello que estaba pensando hacer. No podía permitir que su locura arrastrará a todos mis seres queridos a la destrucción. Él no entendía lo buenos que podían ser los humanos con sus seres queridos. Tenía que detenerlo.
Al tercer día Paúl vino a verme con Macmu, yo no tenía demasiadas ganas de ser tratada, ni como una niña, ni como una diosa. Sobre todo, como una diosa. Si lo hubiese sido, Sussi seguiría viva. Logan aún sería feliz y mi hermano… estaría libre.
— Rossy, ¿Cómo te encuentras? —me preguntó Paúl abrazándome, de sus ojos caían tantas lágrimas como de los míos. Era increíble el poder que un abrazo podía tener. Como parecía que todo se disipaba en un nudo de cuerpos y almas.
— Estoy hecha una mierda — conteste entre llanto—, mi hermano… no es malo.
— Claro que no, Rossy — me contestó con sinceridad, pero yo sabía que no era así. Mi hermano no había vivido lo que yo entre los humanos. No es que fuera malo. Pero su naturaleza iba en contra de todo lo que yo sentía. Para nosotros, no eran más que alimento. Seres inferiores con mentes depravadas.
— ¿En qué podemos ayudar? — susurró Macmu.
— No podéis hacer nada, Macmu, mi hermano se ha cerrado a mí. No sé que va a suceder. Huir, marchaos todos de Hardan. No sé que va a pasar cuando llegue.
— Jamás te dejaríamos sola. No, ahora que por fin te hemos encontrado — Macmu me agarró la mano, se quedó pensativo —. Existe un versículo, en el que mi pueblo se unió a la mente de la diosa, amplificando su poder. No sé que hay de cierto, pero… ¿Y si lo intentamos? Tal vez puedas hablar con él. Eres muy poderosa, Rossy. Eres una diosa.
— Pues me siento como una mierda.
— Si hay una posibilidad, no podemos desecharla — Paúl me sujeto por los hombros — todos estamos contigo, mi niña.
Nos dirigimos hacia el nuevo barrio de Macmu, las calles estaban llenas de hombres que cuchicheaban las noticias de los diarios. El cuerpo inerte de Sussi salía en las primeras páginas y aunque intentaban engañar al pueblo con falacias sobre su muerte, a manos de Logan, nadie creía tal mentira.
Las calles más cercanas a las murallas estaban llenas de familias. Las mujeres de Hardan habían decidido volver. Por lo poco que escuchaba, no iban a dejar morir a sus maridos solos. Extramuros, miles de personas habían acudido a defender la libertad, de todas las ciudades del país, hombres y mujeres armados con meras herramientas de campo, otros tantos con armas de fuego. La ciudad era un hervidero de miedo y fraternidad. Pero ellos nos sabían de lo que era capaz ese bastardo. Ni mucho menos de lo que mi hermano podía llegar hacer.
Como ya era habitual, el recibimiento del pueblo de Macmu fue grandioso, los hombres y mujeres dejaban sus trabajos de construcción para seguirnos allá donde fuésemos. Me seguían como si yo, fuese la solución de todo.
Macmu expuso la idea a su pueblo. Los cuales, como era de esperar, aceptaron sin reservas. En el centro del barrio habían dejado una amplia plaza donde oraban todos los días. Macmu me hizo sentarme mirando dirección Ciudad Central. Tras de mí, Paúl y él se sentaron uno a cada lado y pusieron sus manos sobre mis hombros. Y tras de ellos, de manera exponencial, hasta el último de sus integrantes unidos por una mano en el hombro de la persona que tenían delante. Cuando todo estuvo dispuesto. Macmu me pidió que comenzará.
Respiré hondo, buscando la armonía de mi pecho y mi corazón. Sentía a todos y cada uno de ellos establecer un fuerte vínculo con mi mente. Jamás había sentido nada igual. Todo ese amor. Toda esa pasión. Toda esa esperanza puesta en mí.
Viaje, tan rápido que mi estómago casi me provoco arcadas. Toda esa energía me hizo sentir más poderosa que nunca. Solo esperaba, que todo ese poder me permitiera romper las barreras mentales de mi hermano. Y de pronto, me encontraba en un espacio vacío, sin principio y sin fin, sin arriba, ni abajo. Solo oscuridad, la oscuridad que la mente de mi hermano sentía. Hacía frío. Tuve miedo.
La imagen mental de mi hermano se mostró ante mí. En su rostro, pude ver su desconfianza, jamás había conseguido romper su barrera mental.
— ¿Qué demonios haces aquí?, ¿Cómo? — se acercó hacia mí, calculando comohabíaconseguido aquel hito.
— Hermano escúchame.
— ¡No! Estás siendo manipulada, pero yo acabaré con eso. Yo te liberaré, como siempre he hecho.
— Pero… yo soy libre. Aquí la gente me quiere. No quiero…
— ¿Te quieren?, Yo soy el único que te quiere, ¡estúpida! Esos seres inferiores solo saben destruir. Destruirán todo a su paso. Lo sabes bien. Y si no estuvieses bajo su influencia, lo verías claramente.
— ¡No! — rugí, estire mi mano y sentí el tacto de su piel — ahora mismo, miles de ellos me están ayudando para poder llegar a ti, vas a cometer un error. Y… no puedo permitírtelo. Ya no. Esa mujer que asesinaste…
— ¿Asesinar?, Acaso ellos no matan a diario por su egoísmo, acaso no nos han destrozado el cuerpo y la mente. Son escoria, hermana. Esa mujer, vino a matarme.
— A ti no, al Duque, ese bastardo es un mentiroso. Es el quién nos tuvo secuestrado. Él es quien nos ha robado estos años. Escúchame hermano.
— Veo que te han lavado el cerebro. Siempre has sido la más débil, la más ingenua.
Mi hermano se giró y comenzó a caminar por aquella oscuridad. ¿Por qué siempre tenía que ser tan prepotente?
— Hermano, no te vayas — le supliqué.
— No hay nada que hablar. Iré a esa ciudad y no dejaré piedra sobre piedra. Ahora márchate. Algún día entenderás por qué voy a hacer esto.
— ¡No! — estiré mis manos, queriendo sujetarlo, las lágrimas rodaban por mis mejillas, pero esas lágrimas eran de ira. Sabía de lo que era capaz mi hermano con tal de defenderme —, ¡no! — volví a gritar. Las lágrimas dejaron de caer, la energía atravesó de mi estómago a mi corazón que latió con un fuerte fogonazo. Llegó a mis brazos y después a mis dedos. Sentí un poder insondable. Y mi hermano se detuvo en el acto. Yo, lo había detenido.
— No puede ser, tú nunca has tenido tanto poder, es ¡antinatural!
— ¡Es que no me escuchas, ese poder me lo otorgan ellos! — use mi poder y lo traje a rastras hasta mí. Me miró frenético, en mi raza el macho era el dominante y esto era una verdadera ofensa, pero debía mostrarle la verdad.
— Como osas — masticó.
Ante nosotros proyecté mis recuerdos favoritos. De Cloti preparando pasteles, de Sebastián riñendo a Paúl, de Logan cuidándome a escondidas, me acordé de Paúl, de sus bromas, de sus risas, de Gato Negro y nuestros juegos. Solté a mi hermano, ya no había resistencia. Sus ojos estaban fijos en las imágenes. Sus labios se curvaron enfadado.
— ¿Qué coño es esa mierda? — espeto.
— Son mis amigos, y tú también puedes venir, empezar de cero.
— Es peor de lo que pensaba… te han … No puede ser. Eres como ellos.
— ¡No!... Bueno, puedo ser como ellos, y tú, no tenemos que volver a nuestro plano, podemos ser felices.
— Jamás.
— Hermano.
— Yo ya no soy tu hermano. Eres una vergüenza para nuestra raza. Para madre y para padre. Tantos años sacrificados para que al final… huye de esa ciudad. Por qué no me voy a detener ante nada ni nadie y menos por ti. El Duque tiene razón, esa ciudad es el mal…
Tras esas palabras que atravesaron mi alma, perdí la concentración, mi hermano desapareció, la oscuridad se evaporó, mi corazón rugió de dolor. Me levanté, estaba sudada, nerviosa, aterrada, Paúl me volteo, me miró a los ojos y entendió que había sucedido, estiró de mí y me abrazó con fuerza.
— Tranquila, mi niña. Todo va a ir bien. Te lo prometo.
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